¿Tienen las mujeres un mayor umbral del dolor y sensibilidad?

¿Tienen las mujeres un mayor umbral del dolor y sensibilidad?

1089 768 Marian Requena González

El hecho de que las mujeres estemos preparadas biológicamente para soportar el dolor del parto o las molestias habituales de la regla, hace que exista una creencia generalizada sobre que las mujeres tenemos mayor tolerancia al dolor.

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Sin embargo, al tiempo que el imaginario popular no parece tener dudas respecto a esta afirmación, la comunidad científica no la aprueba del todo. ¿Tenemos realmente las mujeres un umbral del dolor más alto?

¿El dolor es diferente en cada género?

La relación entre género y dolor es bastante compleja y aunque llevemos años sufriendo distintos tipos de dolor, no empezó a investigarse hasta los años noventa. Hay muchos factores que limitan las investigaciones y los estudios epidemiológicos del dolor, como factores culturales -en las sociedades occidentales los hombres tienden a disimular más el dolor que las mujeres-, sociales -como la existencia de un acceso equitativo a los servicios de salud- así como inconsistencias o fallos metodológicos.

Sin embargo, según las encuestas de percepción de salud, las mujeres nos quejamos más y acudimos con mayor frecuencia en busca de ayuda médica por motivos de dolor.

Los estudios no quedan claros

Realmente no hay nada muy claro en este sentido. De todas las investigaciones realizadas, los resultados no parecen ser homogéneos: para aproximadamente el 75% de los estudios, las mujeres tenemos una menor tolerancia al dolor que los hombres y el umbral para sentir dolor parece ligeramente menor en mujeres. Sin embargo, hay otros estudios con afirman que las diferencias en la sensibilidad al dolor dependen del tipo de estímulo doloroso que se aplique.

Asimismo, según un buen número de investigaciones científicas, no sólo es que hombres y mujeres sufren y viven el dolor de forma diferente o tienen distintos umbrales de dolor, sino también que los mecanismos cerebrales y su respuesta a los analgésicos son completamente distintos. En los hombres se activa un circuito que además de ser el responsable de la percepción del dolor también lo es de la liberación de endorfinas que lo combaten.

Morfina para los hombres

Cuando esto ocurre, la morfina es el fármaco que mejor funciona como analgésico en los hombres, sin embargo, no ocurre así en las mujeres, que ante un dolor persistente de tipo inflamatorio, el mismo circuito se activa menos y, por lo tanto, la morfina no es tan efectiva para calmarlo. Al mismo tiempo, las mujeres tenemos una red de conexión más densa entre la sustancia gris periacueductal y la médula rostroventromedial, esa zona del cerebro, también interviene en procesos relacionados con la emoción, el miedo y la agresión.

También se han encontrado diferencias en la activación de las distintas estructuras cerebrales entre hombres y mujeres al percibir un estímulo doloroso.

Las hormonas sexuales

Otro factor importante en el manejo del dolor es el papel que juegan las hormonas sexuales. Se ha observado que las mujeres somos más tolerantes al dolor durante la fase folicular del ciclo y que presentamos un umbral más bajo de dolor durante la menstruación. Así, cuando la mujer se encuentra con niveles bajos de progesterona y altos de estradiol no difiere mucho en los umbrales respecto al hombre.

Por otro lado, en general, en todas las patologías que cursan dolor se observa una mayor proporción de mujeres que de hombres, pero hay, además, una serie de enfermedades que comportan dolor crónico en la que la incidencia en mujeres es tan mayoritaria que se consideran típicamente femeninas, como la fibromialgia.

Diversos factores se ven involucrados

En definitiva, es importante valorar el dolor como un aspecto multidisciplinario y no sólo desde un único punto de vista. Las diferencias entre hombres y mujeres respecto al dolor involucran factores anatómicos, fisiológicos, neuronales, hormonales, psicológicos y socioculturales.

Si llevas al laboratorio a hombres y a mujeres y los sometes a pruebas objetivas, con distintos tipos de estímulos dolorosos, no siempre hay una diferencia pero, cuando la hay, siempre va en el mismo sentido: las mujeres tienen una menor tolerancia al dolor o una mayor sensibilidad, pero hay evidencia de que mujeres y hombres procesamos el dolor de forma diferente, utilizamos distintos circuitos del cerebro, distintos elementos químicos e incluso, distintos genes.

Las mujeres, además, tenemos mayor riesgo de desarrollar dolor crónico y, pese a todo, todavía hoy es necesario que se intensifiquen este tipo de investigaciones, pues todavía hay muchas lagunas que no están del todo claras.

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