La tiroides es una glándula que se encuentra en el cuello y que produce hormonas que influyen en casi todos los órganos, tejidos y células del cuerpo humano; la relación de la tiroides con la fertilidad no se salva de esta influencia.
Hay dos tipos de alteraciones en la tiroides; el hipotiroidismo, que es cuando disminuye la producción de hormonas, y el hipertiroidismo, que es lo contrario, aparece un exceso de producción de hormonas. Ambos procesos producen una alteración entre las hormonas y la función ovulatoria, y por lo tanto, dificulta tanto el poder quedarse embarazada como el correcto desarrollo del embarazo, pudiendo incluso, producir abortos en los primeros trimestres de embarazo.
La afección de tiroides más común entre las mujeres en edad reproductiva es el hipotiroidismo crónico, presente en aproximadamente el 5% de los embarazos. Esta afección autoinmune, también llamada “tiroiditis de Hashimoto” crea anticuerpos que atacan a la glándula tiroidea, y aunque ésta continúa funcionando, la presencia de estos anticuerpos puede provocar esterilidad femenina. Por su parte, el hipertiroidismo, normalmente causado por la Enfermedad de Graves, puede afectar tanto a hombres como a mujeres. Esta alteración genera un anticuerpo que sobreestimula la tiroides y genera varias complicaciones, entre ellas, la esterilidad.
¡Pero tranquilas! Vivimos en el siglo XXI y una glandulita de nada no va a interponerse en nuestro camino a la maternidad. Si bien es cierto que los problemas existen, la solución también. Un rápido diagnóstico de problemas en la tiroides nos permitirá llevar a cabo un tratamiento y control adecuado, tanto en la mujer como en el hombre, que nos permitirá desarrollar un embarazo feliz y sin problemas.
Para poder detectar rápidamente si sufrimos o no, algún problema de tiroides, hay que estar atento a los síntomas; el hipotiroidismo genera intolerancia al frío, cansancio, fatiga, sueño, baja concentración, estreñimiento, aumento de peso, caída de cabello, uñas quebradizas… además, los periodos menstruales suelen ser irregulares y poco abundantes. Por su parte, el hipertiroidismo presenta muchos síntomas contrarios: sensibilidad al calor, insomnio, pérdida de peso, crecimiento rápido de uñas, diarrea… y otros como aumento en la frecuencia cardíaca, irritabilidad, debilidad, cabello quebradizo, ojos prominentes o ausencia total de regla.
Si además, conocemos antecedentes familiares con problemas de tiroides, habrá que pedir cita, sin dilación, con el endocrino, quien después de palpar el cuello para comprobar su tamaño y solicitar un análisis de sangre para evaluar los valores de TSH y de la hormona tiroidea, podrá suministrar un tratamiento adecuado según el tipo de trastorno. Muchas veces, una simple pastilla diaria, sirve para regular la función normal de la glándula y permitirnos así recuperar las posibilidades de quedarnos embarazadas y llevar a cabo un embarazo sano, alejando la sombra de un aborto espontáneo en el primer trimestre. Liberarnos de los problemas de tiroides, además, nos mejorará la líbido y el estado de ánimo, factores que, sin duda, ayudan en el proceso de gestación.
Préstale atención a tu tiroides, y no le permitas que sea quien decida si te quedas o no embarazada.
la verdad que la nota no dice nada respecto a cómo encarar la búsqueda de un bebé una vez que está diagnosticado el problema en la glándula. La previa la conocemos todos (ir al médico, hacerse los análisis) pero el post, que es lo que parece que esta nota va a tratar, no es desarrollado.