Una ecografía es una forma de conseguir imágenes del interior del cuerpo a través de ultrasonido. Se utilizan durante el embarazo para observar la evolución del feto, ya que este tipo de imágenes son completamente inocuas tanto para la madre como para el feto.
Las ecografías, además de sobre el bebé, también proporcionan información sobre la placenta, la cantidad de líquido amniótico, el número de fetos, el crecimiento y bienestar fetal, oír sus latidos, estimar su peso, observar su posición dentro del útero y detectar anomalías o patologías dentro del embarazo. Según la OMS todas las mujeres embarazadas deben realizarse más de una ecografía durante el embarazo para llevar un seguimiento del mismo y descartar posibles anomalías.
Si bien las ecografías son fundamentales, debemos entender que son herramientas médicas de diagnóstico, no sesiones de fotos intrauterinas de nuestro futuro bebé, por eso, los especialistas recomiendan ser conscientes de esto y no realizar de más.
En un embarazo normal, o de bajo riesgo, se recomienda realizar tres ecografías, una por trimestre. Sin embargo, en muchas ocasiones, también se realiza una vaginal en las primeras semanas de gestación, que sirve para confirmar el embarazo y en la que los padres pueden escuchar por primera vez el latido del corazón de su futuro bebé.
Tipos de ecografías por semanas
Así, la primera ecografía abdominal tiene lugar entre la semana 11 y 14 y sirve para controlar el desarrollo del feto, a través de la medición de las extremidades, la proporción de la cabeza y la medida desde el alto del cráneo al coxis. Asimismo también se ve donde está situada la placenta y si hay uno o más fetos. A través de esta ecografía también se detectan los riesgos de anomalías cromosómicas, se descartan malformaciones y se calcula la fecha del parto, pues a partir del tamaño del feto se puede conocer la fecha exacta de la concepción.
La segunda ecografía tiene lugar entre las semanas 18-20 y la 22. También se conoce por ecografía morfológica ya que nos da una valiosa información sobre la formación de los órganos ya que analiza minuciosamente la anatomía del feto. Se comprueba que tanto el corazón, como los pulmones, el estómago, la vejiga y los riñones funcionan correctamente, descartando anomalías. Asimismo, esta ecografía permite identificar la ubicación de la placenta y la cantidad de líquido amniótico, también se vuelve a comprobar el número de fetos, y si su posición lo permite, se puede descubrir el sexo del bebé, uno de los momentos más esperados por el 70% de las parejas. Esta ecografía se considera la más importante de todo el embarazo.
Finalmente, entre las semanas 33 y 34 se realiza la última ecografía con el fin de valorar el crecimiento fetal, detectar malformaciones tardías y sobre todo, establecer la posición del feto en el útero en vistas al parto -lo ideal para un parto natural es que tenga la cabeza hacia el canal de parto-. Asimismo, esta ecografía permite localizar y observar el estado de la placenta, hay ocasiones en la que puede envejecer antes de tiempo y no estar cumpliendo bien su función, algo que pondría en peligro al bebé. Por último, también se valora la cantidad de líquido amniótico.
Si el embarazo conlleva algún riesgo, los especialistas pueden ordenar ecografías en cualquier momento que consideren oportuno.
Ecografías y detección prematura de anomalías en el feto
La ecografía más habitual es la 2D o bidimensional, con ella se pueden detectar hasta el 90% de las anomalías que pudieran surgir en el feto, sin embargo, últimamente se ha puesto muy de moda las 3D y 4D por su capacidad de ofrecernos imágenes más identificables de nuestro bebé e incluso con movimiento a tiempo real.
Si bien es cierto que la motivación que lleva a los padres a realizar este tipo de ecografías suele ser el no esperar a ver la carita de su futuro bebé, cada día se utilizan más para descartar patologías internas y obtener datos más precisos del feto. La 4D además recoge un efecto de movimiento continuo de volúmenes en tiempo real, es decir, como si viésemos un video del feto. Estas ecografías, a pesar de que pueden realizarse en cualquier momento del embarazo se recomienda hacerlas entre la semana 26 y 30. Asimismo, los expertos desaconsejan el uso de ecografías no médicas, ya que el personal no capacitado puede proporcionar información inexacta o perjudicial.
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