¿Por qué es tan importante el calcio durante el embarazo?

¿Por qué es tan importante el calcio durante el embarazo?

1080 768 María Blanco Brotons

Durante el embarazo, las necesidades nutricionales del feto, convierten en un asunto primordial la correcta alimentación de la madre, ya que de ello depende que el bebé obtenga los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo. Entre las vitaminas y minerales necesarios para la gestación, el calcio se erige como uno de los pilares fundamentales para sostener un embarazo y un bebé saludables.

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La OMS habla

Respecto a este tema, la Organización Mundial de la Salud es clara: la suplementación con calcio reduce el riesgo de hipertensión y preeclampsia durante el embarazo. Además, resulta imprescindible para que el feto pueda desarrollar unos huesos y dientes fuertes, además de ayudar en el desarrollo de su corazón, nervios, músculos y capacidad de coagulación.

Si bien el consumo de calcio debe ser constante a lo largo de toda la vida, puesto que es un nutriente que resulta esencial para los procesos básicos del organismo, a lo largo de la gestación la mujer sufre cambios en la metabolización del calcio, como el aumento de su absorción intestinal para facilitar el aporte de calcio de la madre al feto, que le obligan a incrementar la ingesta de este mineral.

Por esto, y porque si al bebé no le llega el calcio necesario lo toma de las reservas de la madre pudiendo ocasionar una descalcificación de los huesos -que podría a su vez desembocar en osteoporosis– esta debe aumentar los aportes de calcio de su dieta para garantizar las demandas del bebé.

Variaciones en la cantidad

Dependiendo de la fuente que consultemos, la ingesta diaria de calcio recomendada durante el embarazo varía bastante; así, según la OMS debería ser de 1200 mg/día, según la Guía para la prevención de defectos congénitos, de 1300 mg/día y otras recomendaciones reducen la dosis a 900 mg/día. Si nuestras reservas de calcio son correctas, seguramente bastará con aumentar el equivalente a dos vasos de leche -o un vaso de leche y dos yogures- al día.

Sin embargo, para aquellas embarazadas cuya dieta previa o durante la gestación es baja en calcio, o tienen un alto riesgo de hipertensión o preeclampsia, si se recomienda la suplementación de este mineral hasta alcanzar los requerimientos propuestos. Asimismo, la OMS recomienda que esta suplementación vaya acompañada siempre de suplementos de vitamina D y de asesoramiento para promover unos hábitos alimentarios adecuados.

Calcio no solo en los lácteos

Además de en los productos lácteos como leche, yogurt o queso, el calcio también se encuentra en otros alimentos; así, el tofu, los frutos secos, el salmón, las sardinas, los nabos, la yema de huevo, los vegetales de hojas verdes, el pan, las legumbres o las semillas de sésamo también son fuentes ricas en calcio.

Asimismo es importante saber que no sólo es importante comer alimentos ricos en calcio, sino también crear unas buenas condiciones para que nuestro cuerpo lo asimile y lo utilice de la mejor forma posible. Así, mezclar alimentos ricos en calcio con otros ricos en ácido fólico -como leche con cereales integrales- lo que hace es reducir la absorción del mineral en el intestino.

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Algo que también pasa con el hierro, pero a la inversa, en este caso, es el calcio el que inhibe la absorción del hierro. Además, para que el cuerpo absorba correctamente calcio es necesario tener unos niveles adecuados de vitamina D así como prestar atención a los alimentos precocinados y evitarlos lo máximo posible, ya que, entre sus muchos perjuicios uno de ellos es que contienen aditivos llamados polifosfatos que también dificultan la absorción del calcio.